Eran las vacaciones de verano en 1994 cuando Frank Chávez visitó a su hermano en Colima, México. Entre tequila y cerveza, salió en la conversación los retos a los que Frank se estaba enfrentando como viverista en la industria de la floricultura para poder reproducir a tiempo una rosa en específico, la ‘Flower Carpet’. En ese entonces, para reproducir esa flor utilizaba sustratos de peat moss y perlita sin éxito, hasta que su hermano lo llevó a visitar a un amigo suyo en la ciudad de Tecomán, Colima, que tenía una alternativa de sustrato: la fibra de coco.
Así, lo que comenzó como un proyecto para cultivar rosas, se convirtió en lo que hoy en día es la gran pasión de Frank: ayudar a producir alimentos con sustrato de coco.
Entusiasmado por descubrir este nuevo sustrato, recibió en el puerto de Long Beach, proveniente de Tecomán, su primer contenedor de fibra de coco hace 28 años. “Lo recuerdo perfectamente, fue el 12 de octubre de 1994. Ese pedido nos convirtió en uno de los pioneros de sustratos de fibra de coco en Estados Unidos”, menciona.
Fue así como Frank comenzó su marca, Agrococo, en EE.UU, en aquel entonces muy poca gente estaba familiarizada con este novedoso sustrato, pero Frank estaba convencido de las bondades de la fibra. Evolucionaron de sólo utilizar polvillo a ser los primeros en utilizar toda la estopa de coco para, de esta manera, ofrecer un producto mucho más completo y con las granulometrías requeridas por cada tipo de cultivo según su necesidad de retención de agua.
UNA NUEVA PASIÓN COMIENZA
“Transformamos algo que antes era un desecho en un producto muy valioso que, sin temor a equivocarme, será uno de los elementos básicos para alimentar al mundo porque se demanda una producción de alimentos más sustentable y eficiente, algo que la hidroponía y el sustrato de coco ofrecen”, añade.
La producción de fibra de coco deja una gran satisfacción en Frank porque no sólo ayuda en la sustentabilidad, sino también en las fuentes de trabajos que deja en las comunidades más marginadas de la zona de Guerrero, México, en donde, gracias a este trabajo, cientos de personas consiguen un sustento digno que les permite mejorar la calidad de vida para ellos y a sus familias.
“Esa mezcla de satisfacciones es lo que mantiene viva mi pasión por la agricultura después de casi 30 años. Y aún me faltan los mejores 20 años de mi vida para seguir disfrutando de ayudar a las personas a través del sustrato. Lo más valioso que me ha dado esta industria son las relaciones con la gente porque te enriquecen y alimentan el espíritu”, menciona.
EL ORIGEN DE UNA ALIANZA EXITOSA
En 2011, Frank inició la construcción de una planta de producción de fibra de coco en Guerrero, México, lo que, junto a su socio, Jorge Peña Soberanis, dio inicio a su empresa Patromex, con lo que podría maximizar su productividad y calidad del producto final.
Pasaron los años y la consolidación de la planta en Guerrero era un hecho, además, junto con otros socios agregó 2 plantas más de producción: así, Patromex atendía a cientos de productores en México y Estados Unidos.
Mientras eso sucedía, a más de mil kilómetros de distancia, Raúl Mercado, emprendedor y productor de Sinaloa, México, inquieto por descubrir posibilidades en sustratos que logren ser más eficientes, comenzó a investigar sobre los beneficios de la fibra de coco y quiénes eran las personas con mayor experiencia, ahí fue cuando escuchó el nombre de Frank Chávez y decidió probar su producto para aplicarlo a sus cultivos.
Raúl quedó fascinado con la fibra de coco de Patromex y decidió invitar a Frank a su campo en Sinaloa. Caminaron durante un par de horas en las que Frank compartió sus puntos de vista y los asesoró sobre el sustrato de coco. “El hecho de que Frank se tomó el tiempo de viajar para atendernos y darnos una masterclass de la fibra de coco, me generó una gran inquietud sobre el producto. Encendió algo dentro de mí, sabía que quería aprender más del coco mexicano y que estaba con el mejor. El click con Frank fue inmediato”.
Raúl estaba empezando a su vez, junto con su socio, David Cadena, la empresa de tecnología en hidroponía, DIDIHU, por lo que tuvieron posteriormente un acercamiento con Frank y comenzaron a trabajar con mucho éxito el sustrato de coco mexicano.
LA UNIÓN SE FORTALECE PARA HACER MÁS CON MENOS
Después de varios años trabajando en equipo, Patromex y DIDIHU deciden dar un paso más. Para fortalecer su alianza crean una nueva sociedad llamada: AGROHEROES, la cual transformará con tecnología la fibra de coco mexicana a sustratos de valor agregado con la mejor calidad para el mundo.
“Desde que conocí a Frank yo lo he visto como mi mentor. La pasión que le imprime al producto, su gran experiencia, pero sobre todo, el hecho de que compartimos los mismos valores ha hecho que podamos entendernos perfectamente, es muy transparente, profesional y generoso. Tiene una ética de trabajo impresionante, no para de trabajar todo el día y, aunque tiene 70 años, tiene más energía que uno de 25”, destaca Raúl.
La confianza y respeto que existe entre las dos partes es palpable: “Raúl y yo tenemos la misma visión, los mismos ideales, es una persona muy honesta y de mucho valor, tenemos mucho en común; pero no sólo nos complementamos como personas, sino también con nuestras respectivas empresas: Patromex tiene mucha experiencia en la parte productiva, mientras que DIDIHU tiene mucha fuerza en su brazo comercial y de marketing. Hacemos un gran equipo”, menciona por su parte Frank.
Agrega que durante varios años muchas otras compañías de sustratos han buscado alianzas para tratar de hacer negocio con Patromex, pero nunca se dio esa conexión con ellos como con DIDIHU, con quienes siempre se ha visto un beneficio mutuo, pero sobre todo, una visión compartida.
FIBRA DE COCO MEXICANA: CALIDAD INIGUALABLE
Una de las metas que tienen en común los socios es: ayudar a los agricultores a entender la gran calidad que tiene la fibra de coco mexicana, por lo que han arrancando una nueva planta ubicada estratégicamente en Irapuato, México. La ubicación facilita el servicio a los clientes.
Raul comenta: “los productores batallan mucho para asegurar su sustrato de coco por cuestiones de planeación, logística y cadena de suministro. Así que decidimos apostar por esta nueva planta para estar más cerca de nuestros amigos productores con el objetivo de brindarles la mejor solución y servicio. Se convirtió en nuestra obligación estar cerca de ellos.”
Por su cuenta, Frank menciona: “estamos fabricando productos de valor agregado y sustentables. Esta primer planta es un gran paso que nos abre muchísimas posibilidades. Además, ya estamos en planes para abrir una más en 2023”.
MÁS QUE UNA SOCIEDAD
Para Frank, esta nueva sociedad es como un matrimonio: “habrán altas y bajas, pero seguramente más altas porque las dos partes tenemos la disposición de tener un ‘matrimonio’ de esos que duran para siempre. Estoy convencido de que los éxitos continuarán en esta nueva etapa”.
El sentir de Raúl es similar: “el mix es ideal, experiencia que se complementa con creatividad y empuje. Tuve muchísima suerte porque todos necesitamos en alguna etapa de la vida a un maestro Yoda y a un Luke, es muy difícil encontrarlo pero si no te rindes y te esfuerzas mucho con un poco de suerte seguro ambas partes se encuentran”.
Conocer nuevos productores, aprender de ellos y ayudarlos a alcanzar el éxito, así como saber que están contribuyendo con un granito de arena a hacer un mundo más sustentable, es lo que motiva tanto a Frank como a Raúl a formalizar esta sociedad y enfrentar juntos los retos que se presenten.
Mientras tanto, la historia se sigue escribiendo…